"Jesús lloró. Entonces los judíos dijeron: "¡Mirad cómo le amaba!"
"Jesús, una vez más profundamente conmovido, vino a la tumba. Era una cueva con una piedra puesta en la entrada".
Juan 11:35, 37, 38 (NVI)
Como pastora que ha oficiado muchos funerales, sé que la mayoría de las veces, las palabras no son suficientes para consolar un corazón quebrantado. He aprendido que es mejor abrazar o pararse al lado de una persona en momentos de dolor que expresar palabras bien intencionadas que no tienen sentido para un corazón en dolor.
He notado que las lágrimas sinceras han brindado más consuelo a las personas que muchos sermones elocuentes. Tal vez por eso la Biblia nos dice que lloremos con los que lloran (Romanos 12:15). Tal vez por eso Jesús lloró frente a la tumba de Lázaro.
Ya conoces la historia, Lázaro murió. Cuando Jesús vio a las hermanas de Lázaro destrozadas por su muerte, lloró. La gente pensó que Jesús estaba llorando por Lázaro, pero Él estaba afligido por los corazones rotos de las personas que amaban a este buen hombre. Jesús sabía que Lázaro resucitaría, pero sintió el dolor de estas personas y lloró con ellos.
Cada pérdida duele. Si has perdido a un ser querido, un trabajo, un negocio, la salud o el matrimonio, no tienes que enfrentar solo lo que está pasando. Así como Jesús lloró con María y Marta, Él llora contigo. Él entiende cómo te sientes, y aún si no sientes Su presencia, estás en Sus brazos.
Dios, en Su sabiduría, nos creó para pasar por el dolor, no para vivir en el dolor. Entrégale cada carga que lleves, incluso la ira, porque Él es más que capaz de llevarla. Eventualmente, el dolor nos visita a todos, pero debe ser solo un visitante. No debe ser un elemento permanente en nuestras vidas. Recuerda que servimos a la Resurrección y a la Vida.
El duelo debe tener un final. Solo cuando terminamos con nuestro sufrimiento podemos comenzar a honrar a lo que perdimos, o a quién perdimos. Comienza a caminar hacia el final de tu dolor hoy. Dale a Jesús tu duelo. Deja que Él enjuague tus lágrimas y te dé paz.
PD,
Si no estás en una temporada de dolor, ora, llora, abraza o párate al lado de alguien que sufre. Ama como Jesús ama a cualquier persona en tu vida que esté experimentando una pérdida.
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