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Servicio Vr Relación

Por Yanira HIza


Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. Lucas 10:41-42 (RVR)


En esta historia, vemos a dos hermanas recibiendo a Jesús en su casa. Marta tenía prisa sirviendo y tratando de hacer todo lo posible para que Jesús se sintiera en casa. Al ver que su hermana no la ayudaba porque María había elegido sentarse a los pies del Maestro, dijo: "Señor, dile que me ayude".


Cuando nos sentimos irritados o frustrados, vamos tan lejos hasta decirle a Dios lo que debe hacer y eso fue lo que hizo Marta. Jesús le respondió: "Marta, estás afanada y turbada por muchas cosas". Me encanta que Jesús no la condenó. Simplemente le hizo ver la importancia de sus prioridades en la vida.


Algunos de nosotros estamos en el mismo barco que Marta. Hemos confundido el servicio con una relación. Muchos sirven al Señor sin tener una relación personal con él. Lamentablemente, cometemos el mismo error con nuestras familias. Muchos de nosotros dedicamos tiempo y energía a tratar de satisfacer sus necesidades materiales y descuidamos nuestra relación con ellos.


Suplir las necesidades de nuestras familias no está mal; es parte de nuestro papel como hijos de Dios. El problema surge cuando, después de un largo día, nuestra familia quiere compartir con nosotros sus logros, inquietudes, decepciones o sueños, y les decimos: "hablamos mañana, hoy estoy cansado", o cuando nos quedamos dormidos mientras nos piden consejo.


Haciendo eso es como hemos reemplazado una relación con el servicio. Muchos de nosotros estamos haciendo con nuestras familias lo que Marta hizo con Jesús. Hijos de Dios, debemos darnos cuenta que una de las armas que usa el enemigo es el afán. El diablo quiere mantenernos en ocho direcciones a la vez para cansarnos y estresarnos para que no cumplamos el propósito de Dios para nuestras familias e iglesias.


Dios nos ha llamado a construir el reino de los cielos y a bendecir a nuestras familias, y nadie puede hacer ninguna de las dos cosas sin tener una relación sólida con Jesús y con nuestras familias. Propongo que a partir de ahora nos aseguremos que nuestro deseo de cuidar y proveer para nuestras familias no esté por encima del tiempo que pasamos con ellas.





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